Proverbios 2. 1-6

"Haz tuyas mis palabras, hijo mío; guarda en tu mente mis mandamientos. Presta oído a la sabiduría; entrega tu mente a la inteligencia. Pide con todas tus fuerzas inteligencia y buen juicio; entrégate por completo a buscarlos, cual si buscaras plata o un tesoro escondido. Entonces sabrás lo que es honrar al Señor; ¡descubrirás lo que es conocer a Dios! Pues el Señor es quien da la sabiduría; la ciencia y el conocimiento brotan de sus labios".

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Minutos de Amor 29 de julio de 2007

¿Se puede o no, pedir la intercesión de un santo? La Biblia nos dice en 1Tm 2,5 que “hay un solo mediador entre Dios y los hombres que es Cristo Jesús”. Aislando este texto de los demás, afirman algunas religiones que como hay un solo mediador, se deben rechazar las oraciones de otros cristianos, sean santos en el cielo o santificados por la gracia en la tierra. Si el texto no lo aislamos, sino que lo relacionamos con el resto de la Revelación de Dios, encontramos la enseñanza correcta; nos muestra Gén 18 como Abrahan se vale de su condición de creyente para situarse ante Dios como intercesor a favor de Sodoma y Gomorra que estaban en peligro de destrucción. En Gén 48,15 se nos muestra a Jacob intercediendo en su oración para pedir la bendición de Dios a favor de sus hijos y lo mismo hace Moisés en Núm 21,7 intercediendo por su pueblo. En Job 42,8, Dios mismo le dice a un hombre llamado Elifaz que Job orará por él y por sus amigos. En los dos libros de los Reyes (1Re 18,3-7. 2Re 2,15) se nos muestra la veneración a los santos: un hombre llamado Abdías y algunos discípulos de los profetas veneran a Elías y Eliseo y se postran ante ellos invocando su oración y bendición. Y en el Nuevo Testamento nos dice St 5,16-18 que “oremos los unos por los otros para que seamos curados, pues la oración del justo es de mucho valor ante Dios”. Y el libro del Apocalipsis, nos muestra varias veces (8,3. 5,8) que los ángeles presentan, como si fuera en copas de perfumes, las oraciones de los santos a Dios. Cuando nos encomendamos a un santo o le decimos a otro cristiano que ore por nosotros, no estamos dejando de lado a Jesucristo como único mediador ante el Padre, ni estamos reemplazando a Dios por el santo, porque sabemos que “toda dádiva y todo don perfecto, descienden del Padre de la luz”, como nos dice St 1,17.

Quien concede un favor, hace un milagro o ayuda en una necesidad es Dios Padre. Por eso toda oración, sea que yo la haga a través de un santo o que otra persona ore por mí, debe ir siempre dirigida al Padre, por medio del Hijo en el Espíritu Santo. Es lo que Jesús nos quiere enseñar en el Evangelio: cuando ustedes vayan a orar asuman dos actitudes: Primera, actúen ante Dios, con la confianza de un hijo ante el Padre. Y, segunda, no en ciertas ocasiones, sino cada vez que vayan a orar, diríjanse siempre al Padre en actitud de santificar su nombre y dispuestos a trabajar par que aquí en la tierra se establezca su Reino, luego ese Padre les dará lo que pidan.

Oración: Enséñame a orar divino Maestro de mi vida; enséñame a encontrarme contigo en todo momento y circunstancia; que mi vida entera sea una oración para Ti que pueda comunicarme contigo y sentirte cerca; que no haya secretos ni obstáculos entre nosotros. Señor Jesús, que en todo momento y lugar estás conmigo y quieres bendecidme con toda clase de cosas buenas, te pido que eleves hoy mis súplicas al Padre del cielo, en Él tengo puesta toda mi confianza y la esperanza de una vida nueva, que no nos falte, Señor, el pan de cada día y protégenos del mal.

Madre del Redentor, que estuviste junto a tu Hijo Jesús, con tu silencioso dolor al pie de la cruz, enséñanos a orar y colocar nuestra confianza en las manos de tu Hijo. Amén

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