Efesios 1.17-18

"Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al glorioso Padre, que les conceda el don espiritual de la sabiduría y se manifieste a ustedes, para que puedan conocerlo verdaderamente. Pido que Dios les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da al pueblo santo".

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Minutos de Amor 18 de julio de 2007

¿Cuántos hombres estudiados y conocedores de la fe aún no han llegado a la práctica de la caridad, mientras gente sencilla y de pocos conocimientos es tan generosa incluso con pocos recursos? Muchas personas con poca formación en la fe, oran constantemente, tienen una fuerte vida espiritual, participan siempre de la eucaristía dominical, se confiesan con frecuencia, están siempre atentos y son abiertos a las cosas espirituales aún sin mucha formación teológica; mientras sabios y entendidos no encuentran ni el tiempo ni la motivación para la oración y la intimidad con Dios. Jesús tiene un especial aprecio por la sencillez, por al humildad, por la pequeñez.

Conocer a Dios, no depende entonces de un ejercicio intelectual, no por mucho pensar o leer vamos a conocerlo más. Para entrar en la intimidad de Dios, se necesita la experiencia de una relación directa y personal, que sólo se logra a través de la oración y la caridad. Hermanos, no dejemos de alimentar nuestra fe en nuestro padre con una oración asidua y una práctica sincera de su Palabra.

Oración: Señor, gracias porque lo que sé de Ti es lo que Tú me has permitido conocer; gracias porque conociéndote te amo y amándote tengo vida y en abundancia. Yo te pido que me des la generosidad para estar unido a Ti; que me permitas ser testigo de tu acción en mi vida y de lo que puedo conocer de ti.

Virgen Madre de los pobres y de los humildes, te rogamos que hagas sentir tu amor y tu ternura a los que más sufren y menos tienen; siembra en nosotros la compasión, la solidaridad y el cariño por los más necesitados. Amén

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Sabiduría 7.7-11

"Por eso supliqué a Dios, y me concedió prudencia; le pedí espíritu de sabiduría, y me lo dio. La preferí a los cetros y los tronos; en comparación con ella, tuve en nada la riqueza. Ninguna piedra preciosa me pareció igual a ella, pues frente a ella todo el oro es como un puñado de arena, y la plata vale tanto como el barro. La amé más que a la salud y a la belleza; la preferí a la luz del día, porque su brillo no se apaga. Con ella vinieron a la vez todos los bienes, pues me trajo incalculables riquezas".

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Minutos de Amor 17 de julio de 2007

Dios nos da siempre lo que nos conviene. Él es amoroso y generoso, pero no hace nuestra voluntad sino la suya. Él no está para obedecer al hombre, ni se puede tratar de manipular. Él se encarga de que nada nos falte y que seamos capaces de alcanzar nuestra plena realización, teniendo en cuenta siempre nuestra libertad. Sin embargo, muchos a pesar de que han recibido de Dios tantas bendiciones y han experimentado en su vida la acción misericordiosa de su infinita bondad, no se convierten, quieren que Dios los ayude y los proteja, les dé lo que le piden, pero sin dejar de pecar. Jesús nos llama continuamente a la conversión y ésta tampoco se da de una sola vez y mucho menos en una sola ocasión. Es una actitud constante y permanente en nuestro diario vivir que nos permite ser agradables a sus ojos. Revisa tu vida y transfórmala de acuerdo con la voluntad de Dios, configurará con el Evangelio de Jesús y déjalo actuar en tu vida. Recibirás grandes bendiciones y te dará prosperidad.

Oración: Señor, perdona si no me he dado cuenta de que Tú has estado siempre conmigo y has escuchado mi oración; perdona si no he sido agradecido y no siempre he reconocido la maravilla de tu acción en mi vida; perdona si no me he convertido como debiera y sigo siendo el mismo, aún después de haber experimentado tu acción en mí. Te amo y te ofrezco como compromiso de fe, mi mejor esfuerzo para cambiar, para dar lo mejor de mí.

María, madre de la Iglesia y madre nuestra, intercede ante Dios por todos los pueblos de la tierra y abre nuestros corazones al amor de los hombres sin distinción ni exclusión. Amén

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Isaías 58.6-9

"El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes. Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto. Tu rectitud irá delante de ti y mi gloria te seguirá. Entonces, si me llamas, yo te responderé; si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: ‘Aquí estoy.’ Si haces desaparecer toda opresión, si no insultas a otros ni les levantas calumnias".

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Minutos de Amor 14 de julio de 2007

No tengan miedo. Hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, es decir, que Dios cuida y ama a los suyos, que no temamos a los que pueden matar el cuerpo, sino a los que matan el alma. El verdadero daño que nos pueden hacer no es matarnos, herirnos, perseguirnos, todo eso estamos dispuestos con y por amor a Jesucristo. Lo que en realidad nos preocupa es el verdadero enemigo del que hay que cuidarse, del pecado que nos puede apartar de Dios y que nos puede quitar la entrada a cielo. Ese enemigo (el pecado) que sale del corazón del hombre, como respuesta a los estímulos externos, que por medio de la tentación lleva a la persona a olvidarse por un momento lo que piensa y cree, es al que le debemos temer. Los problemas, los sufrimientos y los momentos difíciles, como la muerte de nuestros seres queridos, un accidente, una enfermedad u otra calamidad, nos hacen cuestionar nuestra fe y la presencia y protección de Dios en nuestras vidas. Pero quien sea fiel y continúe proclamando su fe, recibirá de Jesús respaldo en el cielo, pero si niega su fe ante los hombres, no puede esperar este respaldo en el cielo. Hermanos, no nos dejemos agobiar ni derribar de las dificultades, si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?

Oración: En tus manos pongo mi vida, Señor, no tengo a tu lado nada que perder y todo que ganar, todo te lo ofrezco, todo te lo doy, a todo estoy dispuesto con tal de hacer lo que Tú me pidas, Señor. No tengo en mi vida otra razón para vivir sino la de amarte, serte fiel y servirte aún en los momentos difíciles. Yo quiero darte lo mejor de mí, quiero darte de mi vida todo aquello que Tú me pidas, todo lo que te pueda ofrecer, en medio de mi pobreza y mis limitaciones. Tú me conoces y me amas, yo conozco poco de Ti pero entre más te conozco más te amo. No soy nada sin tu amor, no puedo dar más de lo que tengo, dame lo que quieras que yo pueda ofrecer, dame lo que necesito para serte fiel y agradable ante tus ojos.

Santa Madre de Dios, queremos renovar nuestro amor a ti, para que en todas nuestras devociones crezcamos en la confianza de hijos tuyos y discípulos del Señor. Amén

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Eclesiástico 2.1-8

"Hijo mío, si tratas de servir al Señor, prepárate para la prueba. Fortalece tu voluntad y sé valiente, para no acobardarte cuando llegue la calamidad. Aférrate al Señor, y no te apartes de él; así, al final tendrás prosperidad. Acepta todo lo que te venga, y sé paciente si la vida te trae sufrimientos. Porque el valor del oro se prueba en el fuego, y el valor de los hombres en el horno del sufrimiento. Confía en Dios, y él te ayudará; procede rectamente y espera en él. Ustedes, los que honran al Señor, confíen en su misericordia; no se desvíen del camino recto, para no caer. Los que honran al Señor, confíen en él, y no quedarán sin recompensa".

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Minutos de Amor 12 de julio de 2007

Así como los apóstoles, cada uno de nosotros tiene su misión, cada quien en donde le corresponde, en medio de sus afanes y sus propios conflictos, cada uno con sus limitaciones. Todos en el mundo tenemos una misión que el Señor nos ha encomendado para cumplir. ¿Ya descubriste la tuya? ¿Sabes qué quiere de ti, el Señor? Dios te ha llamado a algo en especial, ¿sabes dónde buscar tu misión? Busca la misión de Dios para tu vida en tu familia, en tu trabajo, en tu entorno, a menos que Dios te llame a algo fuera de lo normal, como consagrar tu vida o algo similar, desde donde estás ahí y ahora cumple con la voluntad de Dios en tu vida. Para ello es fundamental la oración diaria, pídele a Dios que te permita descubrir lo que quiere para ti y haz la voluntad de Él en tu vida.

Oración: Dios de amor y bondad, dame la gracia y la alegría de servirte en lo que quieras, que pueda ser útil a mis hermanos colocando todo mi empeño en hacer tu santa voluntad. Señor mío, muéstrame tu voluntad en mi vida; hazme saber y sentir lo que quieres para mí; hazme amar la misión que me tienes reservada, que pueda servir a mis hermanos en aquellos que Tú quieres que yo te sirva.

María, intercede por nosotros para que el Espíritu Santo sea derramado en nuestros corazones a fin de vivir y anunciar el Evangelio de Jesús. Amén

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Efesios 6.12-13

"Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea. Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse firmes".

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Minutos de Amor 6 de julio de 2007

Jesús es un Maestro particular, diferente a los demás, porque la costumbre era acercarse a Él y pedirle que le permitiera ser su discípulo. En cambio, en el caso de Jesús, era Él quien escogía a los suyos, los llamaba y les pedía que lo dejaran todo para seguirle. Este misterio del hombre que se siente fascinado por Dios y que decide dejar todo, cambiar el ritmo de su vida e iniciar una vida nueva con Cristo, recibe por nombre: “vocación”. Es un llamado muy fuerte que se siente en el interior de la persona, primero como un suave susurro y luego como un grito ensordecedor, hasta que se tiene la necesidad de responder.

Si tu eres un pecador(a) en el sentido que haces algo no puntual, sino permanente que es desagradable a los ojos de Dios, debes escuchar de nuevo las palabras de Jesús: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”. Déjate sanar por Jesús, Él te ama, te quiere dar una vida nueva, quiere ayudarte a dejar ese pecado con su cariño y amistad y hacer que puedas ser su discípulo(a). Hermano, conviértete y cree en el Evangelio.

Oración: Señor Jesús, Tú conoces mis culpas y pecados. Tú sabes que mi vida ha tenido distintos traspiés y que en momentos me he apartado de Ti; sabes que no siempre te he sido fiel y que cuando a través de la Iglesia, mi familia, mis amigos, en el colegio, la universidad o el trabajo, me han hablado de Ti en ocasiones no he escuchado. Tú sabes, Señor, quién soy, cómo soy, sin embargo, has decidido amarme y has puesto tu mirada en mí. Quiero ser tu puerta a pecadores como yo, quiero llegar a ser tu apóstol en medio de los que tienen frío su corazón y que están lejos de Ti, como tal vez yo mismo(a) ahora. Me pongo en tus manos y te pido, Señor, que me ayudes con tu amor y bondad a enamorarme cada vez más de Ti y a seguirte decidido, dejando atrás en mi vida, todo aquello que me retiene y me ata a mi pasado.

Virgen María, madre de misericordia, renueva en nosotros la vocación de testigo y apóstoles del Evangelio que hemos recibido en el Bautismo y la confirmación. Amén

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Jeremías 9.23(22)-24(23)

El señor dice: “Que no se enorgullezca el sabio de ser sabio, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien se quiere enorgullecer, que se enorgullezca de conocerme, de saber que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, justicia y rectitud, pues eso es lo que a mí me agrada. Yo, el Señor, lo afirmo.”

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Minutos de Amor 1 de julio de 2007

Jesús es nuestro Maestro y nosotros sus discípulos, pero no sólo discípulos que se aprenden una lección, sino discípulos que siguen e imitan al Maestro en todo y con toda la disposición para ser y hacer lo que Él nos pida. La primera característica de los discípulos de Jesús es el amor que nos identifica y a la vez nos distingue: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado, en esto conocerán que sois mis discípulos” (Jn. 13,34-35). Es el amor entendido en toda su verdadera dimensión, el amor total y definitivo que supera todo otro amor, incluso el amor humano, el de las personas que más se aman, el padre y la madre, el amor por los hijos. Este amor que nos exige Jesús, implica estar dispuesto a dar incluso el don más preciado de una persona, su vida misma “el que encuentra su vida por mí la salvará”. Es una entrega definitiva que nadie podrá entender si no vive la experiencia del abandono en las manos de Dios.

Muchos podrán decir que se sienten bien lejos de Dios, viviendo en las cosas del mundo y sin preocuparse de las cosas del Señor; creen haber encontrado su vida y sienten que pueden vivir así, pero no saben lo que se siente estar con Él; no se han preocupado de su propia salvación y no tienen consuelo en sus sufrimientos y en sus momentos de desventura. En cambio, el que decide seguir al Señor, hará renuncias y sacrificios, será desprendido y generoso y estará dispuesto a todo por el Señor, pero cuando lleguen los momentos difíciles y cuando llegue la hora de la muerte estará tranquilo y hasta lleno de gozo de ir a disfrutar de la dicha del Señor en el país de la vida. Pero no hay que aplazar esta decisión ni dejarse amilanar por las dificultades o los obstáculos que se presentan durante el camino. Este amor tan grande que embarga el alma del cristiano, lleva cruz, lleva una vida nueva que implica cambios, que implica negación de sí mismo y renovación continua del propio ser, pero en medio de una gran alegría y esperanza. Hermanos, no lo duden, no aplacen la decisión, háganse discípulos de Jesucristo, no se arrepentirán, serán felices y permitirán que otro lleguen a serlo. No olvidemos que Cristo nos da la verdadera vida.

Oración: Señor, no dejes que se desvíe mi corazón ni que me distraiga en las cosas del mundo, no hay mejor manera de vivir lo que me queda de existencia que vivir contigo y a tu manera. Seré tu discípulo, Tú serás mi Maestro, caminaré en las tinieblas con tu luz, iré donde me envíes y haré lo que me pidas. No habrá lugar en mi corazón para nadie sino para Ti. Dame la gracia, Dios mío, de no apartarme nunca de Ti, de siempre serte fiel y de amarte sin medida y sin descanso, sin pausas, sin vacíos y sin vacilaciones. Dios mío, dame la gracia de ser siempre tuyo..

Virgen María, madre de los apóstoles y madre nuestra, te sientes feliz porque creíste que en ti se cumpliría la Palabra de Dios, haz que yo no desee otra cosa que hacer la voluntad del Padre y ser un fiel discípulo de tu Hijo. Amén

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Isaías 55.10-11

"Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, y producen la semilla para sembrar y el pan para comer, así también la palabra que sale de mis labios no vuelve a mí sin producir efecto, sino que hace lo que yo quiero y cumple la orden que le doy".

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Minutos de Amor 23 de junio de 2007

Querer amasar y tener tantas cosas superfluas en nuestro haber nos llenan y ocupan nuestro corazón no dejando espacio para Dios. Estamos frente al peligro de idolatrizar las cosas. ¿Cómo evitar que esto suceda? En primer lugar, luchar porque Dios mantenga el puesto más importante en la escala de nuestros valores. Cada mañana darle gracias por lo que nos concede: la inteligencia, la capacidad para trabajar, la disposición para conseguir lo que necesitamos para nuestro sustento cotidiano. En segundo lugar, reconocer que todo lo que hacemos y podemos conseguir es un don de Dios para compartirlo con los demás. En los momentos difíciles que pueden estar viviendo muchos de nuestros hermanos, la solidaridad y la cercanía se convierten en una responsabilidad para nosotros. Dios provee, Dios ayuda, Dios escucha la oración del necesitado y para ello nos necesita a nosotros, nos pide que seamos solidarios y próximos a ayudar al hermano. En tercer lugar, saber administrar los bienes que el Señor nos concede. Todos necesitamos de comer y de vestirnos, todos debemos conseguir el dinero para poder subsistir, todo ello no es contrario a lo que nos pide el Señor. Él nos llama a saber utilizar todo lo material para el crecimiento espiritual. Cuando tenemos claro y somos concientes cuál es nuestra misión como creyentes, lo material y necesario va a estar al servicio de nuestro crecimiento personal y comunitario. Buscar el reino de Dios y su justicia es centrar nuestra vida en lo esencial: Dios. Lo demás, dice el Señor, se nos dará por añadidura.

Oración: Señor Dios, sabemos y reconocemos que alimentas y vistes de mil colores a las aves del cielo, enséñanos a poner nuestra confianza en tu amor de Padre. No permitas que la tentación de la duda, ante la necesidad, nos acompañe. Sabemos que Tú estás siempre con nosotros y no nos abandonas ante la adversidad.

Virgen María, en los momentos difíciles reaviva en nosotros la esperanza del encuentro feliz con Dios cuando seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Amén

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Proverbios 30.7-9

"Solo dos cosas te he pedido, oh Dios; concédemelas antes de que muera: aleja de mí la falsedad y la mentira, y no me hagas rico ni pobre; dame solo el pan necesario, porque si me sobra, podría renegar de ti y decir que no te conozco; y si me falta, podría robar y ofender así tu divino nombre".

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Minutos de Amor 12 de junio de 2007

A ejemplo de Jesús, todo discípulo debe ser la sal de la tierra, la luz del mundo, y la ciudad visible en lo alto de la montaña, buscando con ello dar el testimonio de vida necesario para el seguidor y el servidor del Señor. Ser sal y luz del mundo, más que un simple y cotidiano ejemplo, significa que debo buscar la fuente de la cual debo beber para dar gusto o iluminar a los demás. Esa fuente es Cristo mismo. No es posible ser sal y luz, sin recibir de Él, sin estar con Él, sin dejarme guiar por su Palabra. Por ello, para ser sal y luz necesitamos, en primer lugar, entablar una relación de cercanía, de amor y de constancia con Jesús. Nadie da de lo que no tiene, nos recuerda la Palabra de Dios.

El cristiano, tiene una misión específica: ser sal para el mundo, fundirse en la sociedad, actuar discretamente, desde dentro, transformar su ambiente, sin que se note, con humildad; ser la sal de la vida para tantos que no encuentran el gusto de la misma. Ser como esa luz que ilumina, que ayuda a orientar, que acompaña, que no se apaga, sino, que por el contrario, siempre está dispuesta a servir, sin pedir nada a cambio. En fin, inmensa es la tarea que el Señor nos recuerda en este día: intensificar nuestra vida interior para poder ser sal y luz.

Oración: Gracias, Señor, porque en este día me invitas a ser un fiel servidor tuyo, que con una vida interior madura y cercana a Ti, sea capaz de acompañar, iluminar, orientar a tantos que hoy buscan dar sentido a su existencia. Este mundo insípido, áspero y desabrido necesita de tu luz, necesita tu sabor, tu sal. La sal del diálogo y del perdón, la sal de la escucha y de la caridad; la luz de la misericordia y del compresión, la luz del encuentro y del servicio. Hazme a mí Señor instrumento tuyo. Que con humildad y sin creerme superior o mejor a los demás, yo pueda con humildad, dar un poco de tu luz, de esa que he recibido gratis y a la vez, que pueda ser la sal que ayude silenciosamente a la construcción de un mundo más justo y solidario.

Oh Virgen gloriosa y bendita, madre de Dios y madre nuestra, dirige tu mirada hacia este pueblo que, alentado por el Evangelio de tu Hijo, desea encomendarse a tu protección celestial. Amén

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Salmo 1.1-3

"Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día.
Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo lo que hace, le sale bien!"

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Minutos de Amor 29 de mayo de 2007

“No te presentes a Dios con las manos vacías. Honra al Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas. Da al Altísimo como Él te dio: generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará siete veces más”. La generosidad que pide Jesús es la de nuestras propias vidas. No es lo mismo “dar” que “darse”. Es cierto que Jesús no pide a todos que dejen casa, hermanos, padres, hijos o campos por su causa, pero lo que sí pide a todos, es que seamos generosos en la entrega de nuestra propia vida para seguir sus pasos, que son las exigencias del Evangelio.

Cuando uno se entrega a sí mismo es cuando puede entregar y compartir sus bienes, de otra manera es prácticamente imposible. A todo ello responderá nuestro Dios, ofreciéndonos en este mundo, cien veces más de lo que nosotros damos y, en el futuro, la vida eterna. Él, es en quien lo hemos encontrado todo y la razón de nuestro actuar se da en Jesús Resucitado. Hermanos, podemos dar cosas sin darnos a nosotros mismos y eso sucede cuando damos de lo que nos sobra. No es éste el sentido de la vida de Jesucristo, quien nos muestra el camino para sabernos dar personalmente, enseñándonos que podemos compartir aunque no tengamos nada material que dar.

Oración: Padre, bendito seas por el don de tu Hijo a nosotros. En Él, hemos comprendido lo que significa la generosidad sin reservas y la gratitud en su estado puro. Él, en su vida pública no tuvo posesiones y, sin embargo, es quien más ha dado a la humanidad porque se ha dado a sí mismo y se sigue dando a nosotros. Nos ha dicho que así es tu amor hacía todos tus hijos.

María, la mujer del “sí” a la hora de ofrecer tu vida entera, ya ves cómo estamos y cómo nos sentimos. A Ti seguimos encomendándonos para lograr nuestro propósito. Amén

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Juan 14.26

"Pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi
nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho".

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Minutos de Amor 27 de mayo de 2007

Es el don del Resucitado: “Recibid el Espíritu Santo”. Es Dios-Espíritu Santo, que desde el comienzo estaba cuando se creó la tierra y que en el momento culminante de la historia ungió a Jesús (“el Espíritu de Dios está sobre mí porque me ha ungido y me ha enviado”) para llevarlo a su misión. Es el mismo Espíritu, que hoy sostiene a la Iglesia, con tantos carismas diferentes en un solo Cuerpo que es Jesucristo. El mismo Espíritu que anima y conduce nuestras vidas hacia la unidad y consumación de la obra redentora comenzada por Cristo el Señor. No podemos definir quién es el Espíritu Santo, porque es Él quien se encarga de las definiciones y las compresiones para que nosotros podamos alcanzarlas. No es una paloma, no es fuego, ni viento, ni aliento, no es lenguas de fuego. Todas son imágenes a través de las cuales intentamos acercarnos de alguna manera para poder hablar del Él.

El Espíritu Santo es lo más íntimo de Dios, se identifica con el Amor del Padre y del Hijo, ese amor que habita en nuestras vidas porque nosotros somos templos del Espíritu Santo. Es la misma vida de Dios que nos conduce, nos lleva y anima por el Camino de Jesús hacia el deseo del padre. Dios Espíritu Santo, es el que actúa en nuestra vida e inspira nuestras buenas acciones y sostiene nuestra existencia en la bendición. Es muy difícil hablar de Él porque es Él precisamente el que nos hace hablar, es quien nos da el conocimiento de la fe para conocer a Jesucristo y a quien le ha enviado. Es quien inspira y suscita la Palabra que leemos en la Biblia, el que nos posibilita orar (“nadie puede decir Jesús es el Señor si no es en el Espíritu Santo”), quien transfigura nuestras vidas. El Espíritu Santo es la intimidad de Dios que habita en nuestra propia intimidad.

Oración: Padre, nunca podríamos llamarte así ni dirigirnos a Ti, si no fuera por el Espíritu Santo. Ahora mismo estamos siendo conducidos e inspirados por Él para poder hablarle y sentir que nos estás escuchando. Es Él quien nos mantiene unidos a la vida Resucitada de Cristo, tu Hijo, y el que posibilita que nos ames como amas a Jesús, porque Él es el Amor de ustedes dos y está presente en nuestra vida. Queremos dejarnos llevar por el Espíritu, deseamos sentir con más fuerza, cómo empuja nuestra vida y la orienta hacia Ti en Jesús.

María, tú te dejaste llevar, el Verbo de Dios se encarnó en ti por obra y gracia del Espíritu Santo. Haznos sentir que nosotros también estamos guiados por el mismo camino y te pedimos que lleves a tu Hijo nuestras intenciones. Amén

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Salmo 23(22).1

"El Señor es mi pastor; nada me falta".

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Minutos de Amor 23 de mayo de 2007

Jesús encomienda al Padre la vida de los suyos, que “no son del mundo”. Esto no significa que no sean personas como todas las demás, sino que los criterios y la manera de entender la vida de aquellos que siguen a Jesús, no son los criterios ni las maneras que usan los hombres habitualmente en sus decisiones y opciones. La manera del mundo no es la manera del amor evangélico, eso lo sabemos todos perfectamente. La manera del mundo es la del poder de unos y el sometimiento de otros, la ley del que más puede. La manera del mundo es la del pez grande que se come al pequeño, por eso dijo una vez Jesús que estamos como corderos en medio de lobos.

Los discípulos de Jesús somos del mundo pero vivimos como si no fuéramos del mundo, porque sabemos que la última palabra no la tiene nada de lo que dejamos en este mundo que, por cierto, ha sido creado para que seamos felices en la hermandad y que, por no seguir los criterios del Evangelio, esa hermandad brilla por su ausencia.

Oración: Dios Padre nuestro, Jesús se puso habitualmente en oración contigo, hablándote y escuchándote. En unión con Jesús lo podemos todo y tenemos la oportunidad de estar contigo para que nos consagres en tu Consagrado. De esa manera podremos ser testigos de una nueva forma de ver el mundo, con los nuevos criterios del Evangelio.

María, nuestra Madre, tú eres la criatura consagrada por Dios-Trinidad, tú puedes seguir dándonos a nuestro Señor como nos lo diste en la gruta de Belén. Que seamos capaces de recibirlo del mismo modo que tú lo hiciste. Amén

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