NOVENA DE AGUINALDOS, Día noveno, Diciembre 24

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día noveno Diciembre 24

Consideración


La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la Reina de los Ángeles el jumento que le había servido de cabalgadura durante el viaje y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado ahí probablemente por alguno de los caminantes que había ido a buscar hospedaje en la ciudad.

El Divino Niño, desconocido por sus criaturas, va a tener que acudir a los irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto su humilde actitud, el respeto y la adoración que le había negado Belén. La rojiza linterna que José tenía en la mano iluminaba tenuemente el pobrísimo recinto, un pesebre lleno de paja que es figura profética de las maravillas del altar y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en adoración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterios. Pero ha llegado la media noche y de repente vemos dentro de ese pesebre antes vacío, al Divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefables anhelos. A sus pies se postra su Santísima Madre, en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se le acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imperturbable oficio de padre putativo del redentor de los hombres.

La multitud de ángeles que descienden del cielo a contemplar esa maravilla sin par, deja estallar su alegría y hace vibrar en los aires las armonías de ese "Gloria in Excelsis", que es el eco de adoración que se produce en torno del trono del Altísimo, hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca, a adorar al "recién nacido" y a presentarle sus humildes ofrendas.

Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrá a depositar a los pies del Divino Niño, el oro, el incienso y la mirra, que son símbolos de la caridad, la oración y la mortificación.

¡Oh, adorable Niño Jesús!, nosotros también, los que hemos hecho esta novena para prepararnos para el día de tu Navidad, queremos ofrecerte nuestra pobre adoración; no la rechaces, ven a nuestras almas, ven a nuestros corazones llenos de amor. Enciende en ellos la devoción por tu Santa Infancia, no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de tu Navidad, sino siempre y en todos los tiempos, devoción que fiel y celosamente propagada nos conducirá a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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NOVENA DE AGUINALDOS, Día octavo, Diciembre 23

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día octavo Diciembre 23

Consideración

Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones, pero no lo encuentran, ya por hallarse todo ocupado, ya porque se les desecha a causa de su pobreza. Empero, nadie puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba tristeza cuando era rechazado de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreía también con santa tranquilidad cuando fijaba la mirada en su casta esposa. El niño, aún no nacido, regocijábase en aquellas negativas, que eran el preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos, eran una dulce melodía para sus oídos. Eso era lo que había contribuido a hacerle tomar forma humana.

¡Oh Divino Niño de Belén!, estos días que tantos han pasado en fiestas o diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, ha sido para tus padres unos días de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ah! el espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios. Cuántas veces no ha sido también el nuestro. ¿No cerramos continuamente, con ruda ignorancia, la puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita a convertirnos o su santificarnos o a conformarnos con su voluntad? ¿No hacemos mal uso de nuestras penas, desconociendo su carácter celestial, aunque cada una, a su modo, lo lleva grabado en sí? Dios viene a nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz, no lo conocemos sino cuando nos vuelve la espalda y se aleja, después de nuestra negativa.

Pónese el sol del 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran la cima de las rocas escarpadas que lo rodean.

Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental, y cierran las puertas al ver a su Madre. La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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NOVENA DE AGUINALDOS, Día septimo, Diciembre 22

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día séptimo Diciembre 22

Consideración

Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador del universo hecho hombre; contemplemos la humildad y la obediencia de ese Divino Niño, que aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia como si hubiese para Él en esa circunstancia algo que lo halagase y quisiese aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito, en el momento en que venía al mundo. ¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la única cosa creada que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa verdad?

¡Ah! Que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones porque todo clama por ese feliz acontecimiento. El mundo sumido en la oscuridad y en el malestar, buscando y no encontrando alivio de sus males, suspira por su libertador.

El anhelo de Jesús y la expectativa de María son casos que no puede explicar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si nos es lícito emplear esta expresión, adorablemente impaciente por dar su Hijo único al mundo y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esa santa humanidad, tan bella que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero.

En cuanto al Divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mismo que hacia Belén. Apresúremos, con nuestros deseos, el momento de su llegada; purifíquemos nuestros corazones para que sean su mansión terrenal. Que nuestros actos de mortificación y desprendimiento preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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NOVENA DE AGUINALDOS, Día sexto, Diciembre 21

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día sexto Diciembre 21

Consideración


Jesús había sido concebido en Nazareth, domicilio de José y María, y allí era de creerse que había de nacer, según todas las posibilidades. Más Dios lo tenía dispuesto de otra manera, y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliera esta predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con el objeto, a saber, la orden dada por el emperador Augusto de que todos los súbditos del imperio romano se empadronasen en el lugar de donde eran originarios. María y José como descendientes de David, no estaban dispensados de ir a Belén, y ni la situación de la Virgen Santísima, ni la necesidad en que estaba José de trabajo diario que les asegurase la subsistencia, pudo eximirlos de este largo y penoso viaje, en la estación más rigurosa e incómoda del año.

No ignoraba Jesús en qué lugar debía nacer y así inspira a sus padres que se entreguen a la Providencia, y de esta manera concurran inconscientemente a la ejecución de sus designios. Almas interiores, observad ese manejo del Divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual, aprended que Él se halla entregado a Dios, ya no ha de pertenecer a sí mismo, ni ha de querer a cada instante sino lo que Dios quiera para él, siguiéndolo ciegamente aún en las cosas interiores, tales como el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle. Ocasión tendéis de observar esta dependencia y esta fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo y este es el punto sobre el cual se han esmerado en imitarlo los santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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NOVENA DE AGUINALDOS, Día quinto, Diciembre 20

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día quinto Diciembre 20

Consideración


Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que llevaba María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hay de que nos detengamos en ella, si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios corresponder a ellos.

María no cesaba de suspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre: la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que había de iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos, cuyos rayos debían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, a cada instante durante muchos años. Iba a verlo en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud, en la serenidad reflexiva de la edad madura. Haría todo lo que quisiese de aquella faz divina, podría estrecharla contra la suya con toda la libertad del amor materno, cubriría de besos los labios que debían pronunciar la sentencia a todos los hombres, lo contemplaría a su gusto durante su sueño o despierto, hasta que lo hubiese aprendido de memoria. ¡Cuán ardientemente deseaba ese día!.

Tal era la vida de expectativa de María; era inaudita en sí misma, mas no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana. No nos contentemos con mirar a Jesús habitando en María, sino que pensemos que en nosotros también habita por esencia, potencia y presencia. Si, Jesús nace continuamente en nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir, y por nuestra cooperación con la gracia. La manera del alma de que se halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin. Después de la comunión, Jesús habita en nosotros durante algunos instantes y sustancialmente como Dios y como Hombre, porque el mismo Niño que estaba en María está también en el santísimo sacramento. ¿Qué es todo eso sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una expectativa tan llena de delicias como la suya?

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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NOVENA DE AGUINALDOS, Día cuarto, Diciembre 19

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día cuarto Diciembre 19

Consideración


Desde el seno de su Madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su eterna sumisión a Dios, la cual continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación el estado en que se hallaba, conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades.

¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante, sin pleno goce de la razón y de la reflexión? ¿Quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humillante carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre; a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura y a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados y hacernos sentir toda la criminalidad y el desorden de este orgullo.

Si deseamos hacer una verdadera oración, empecemos por formarnos de ella una exacta idea, contemplado el Niño en el seno de su Madre. El Divino Niño ora del modo más excelente, no habla, no medita, no se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado lo acepta con la intención de honrar a Dios en su oración y en ese estado expresa altamente todo lo que su Dios merece, y de qué modo quiere ser amado por nosotros.

Unámonos a las adoraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos a su profundo abatimiento, y sea éste el primer afecto de nuestro sacrificio a Dios, no para ser algo, como lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino para ser nada, para estar eternamente consumidos y anonadados, para renunciar a la estimación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza, aunque sea espiritual, a todo movimiento de vana gloria. Desaparezcamos a nuestros ojos, y que sea Dios todo para nosotros.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.


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NOVENA DE AGUINALDOS, Día tercero, Diciembre 18

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día tercero Diciembre 18

Consideración

Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el Santo Cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente.

Admirando, en primer lugar, el alma de ese divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora, la de su ciencia beatífica y por la cual desde el primer momento de su vida, vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo por venir con todos sus arcanos y conocimientos. No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiere por infusión, desde el primer momento de su ser; pero Él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza, a que dignamente podía someterse aún cuando no fuesen necesarias para la grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; para que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él, a no hacer sino su voluntad, lo que Él quiere y en servicio suyo.

Del alma del Niño Jesús pasamos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era como el nuestro una traba para su alma, era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad; quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar en nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecito con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudo sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra redención.

La belleza de ese cuerpo del Divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás, y la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de su Encarnación, es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia para que el día de su dichosa Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria)

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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NOVENA DE AGUINALDOS, Día segundo, Diciembre 17

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día segundo Diciembre 17

Consideración

El Verbo Eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa Casa de Nazareth, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola y engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada.

Sin embargo, no llegó inopinadamente; antes de presentarse envió un mensajero, que fue el Arcángel San Gabriel, para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación. El Creador no quiso efectuar este gran misterio sin la aquiescencia de su criatura.

Aquel momento fue muy solemne. Era potestativo en María el rehusar... ¡Con qué adorables delicias. Con qué inefables complacencias aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el fiat que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se confirma su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina!

La Virgen Inmaculada ha dado su asentimiento. El Arcángel ha desaparecido. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa.

En las regiones del mundo angélico estallaba un júbilo inmenso, pero la Virgen María ni lo oía ni hubiera prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza, su alma estaba sumida en un silencio que se asemejaba al de Dios; el Verbo se había hecho carne y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres, a quienes su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya sólo el Verbo Eterno, era el Niño Jesús revestido de la apariencia humana y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones, al llamarlo el más hermoso de los hijos de los hombres.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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NOVENA DE AGUINALDOS, Día primero, Diciembre 16

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Día primero Diciembre 16

Consideración

En el principio de los tiempos, el Verbo reposaba en el seno de su Padre, en lo más alto de los cielos: allí era la causa, a la par que el modelo de toda creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén. Allí es donde debemos buscar sus principios que jamás han comenzado: de allí debemos datar la genealogía del Eterno que no tiene antepasados, y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.

La vida del Verbo Eterno en el seno de su Padre, era una vida maravillosa y sin embargo, misterio sublime, busca otra morada, en una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse.

El pecado de Adán había ofendido a un Dios y esa ofensa infinita no podría ser condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era, pués, necesario para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la tierra y con la obediencia a los designios de su Padre, expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía.

Era necesario en las miras de su amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancia sistemática del hombre, que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para morir a sus pasiones y a su orgullo y por eso el Verbo Eterno ardiendo en deseos de salvar al hombre resolvió hacerse hombre también y así redimir al culpable.

Oración a la Santisima Virgen(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te acogiese por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y la divina ternura con la que agradaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María y 1 Gloria)

Oración a San José(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús!: infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; te ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia lo veo y lo gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria).

Aspiraciones para la venida del Niño Dios(Gozos)

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! ¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos. Y que un Niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David, que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto Bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos, de ti enamorados! Bese ya tus plantas, bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús(para todos los días)

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

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Filipenses 2.9-11

"Por eso Dios le dio el más alto honor y el más excelente de todos los nombres, para que, ante ese nombre concedido a Jesús, doblen todos las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y todos reconozcan que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre".

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Minutos de Amor 23 de septiembre de 2007

Al asistir a la Eucaristía dominical ten presente que vas a celebrar la Palabra de Dios con tus hermanos, en tu vida personal, familiar, laboral, estudiantil, etc. No puedes dejar que la pereza te gane. Revístete de la fuerza que procede del Espíritu Santo. Tenemos que actuar misericordiosamente con aquellas personas que sufren de alguna u otra manera, especialmente con los pobres y excluidos de la sociedad. Debemos mirar a nuestro alrededor y ver las personas que están sufriendo, no podemos ser indiferentes ante ellas. Muchas veces son nuestros propios familiares, vecinos, amigos. ¿Qué nos pasa que no se comparte con el necesitado? Dios debe sanar tu indiferencia.

¿Qué estás haciendo por procurar la salvación de tu prójimo? A nadie se le puede obligar a salvarse, pero si debemos ser canales o instrumentos de salvación para los demás, incluso desde nuestra oración. No podemos dejar de orar los unos por los otros, sobre todo cuando se trata de personas que necesitan de esa oración.

Debemos ser astutos pero eso no nos debe quitar la caridad y fraternidad con los demás. Quizá somos astutos para hacer el mal y no para hacer el bien. Aquí nos hace falta el discernimiento. Debemos saber discernir nuestra astucia hacia que lado de la balanza se inclina y no podemos ser ciegos ante esta realidad. Por eso vuelve a entrar en escena la oración. Si nos falta la oración seremos personas que en nuestro actuar estaremos perdidos y creeremos que actuamos bien pero no es así. Esa ceguera en la que vivimos muchas veces no puede continuar. Cuestionémonos con qué astucia hemos actuado en la vida y si de algo nos ha servido.

Oración: Señor, Tú eres nuestra vida y nuestra salvación, y contigo pondremos en juego todas nuestras luces, para no dejarnos vencer por las astucias de los hijos de este mundo, e iluminar a los demás. Señor Jesucristo, derrama la gracia de tu Espíritu en nuestros corazones para que podamos seguirte con generosidad, buscarte sin descanso y anunciar tus maravillas a todos los que te buscan con sincero corazón.

Madre del Hijo divino, vela por nosotros; vela por nuestra fe que en ocasiones parece flaquear; te damos gracias porque no has dejado de estar a nuestro lado desde los albores de nuestra historia cristiana. Amén

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Gálatas 2.20

"Y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí".

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Minutos de Amor 20 de septiembre de 2007

El cristiano debe ser un modelo de vida. Nunca serán las palabras las que convenzan, sino el ejemplo, el testimonio. Cada día debemos comprometernos en ser mejores cristianos y aumentar nuestra calidad de vida en la fe. Muchas personas señalan los pecados de otras y no reconocen los propios, miran la paja y tienen una viga. Jesús no se fija en el pecado sino en el pecador, es decir, ya el pecado está cometido y es irreversible, pero el pecador es quien puede cambiar.

Jesús acoge al pecador que lo busca con sincera fe. Jesús se acerca al pecador con misericordia. Jesús no se deja intimidar por las criticas sigue actuando. Jesús lleva a cabo su obra con los pecadores; perdona sus pecados. Jesús es la Vida Eterna por eso otorga la Salvación. Jesús vino a traernos la paz.

Oración: Señor, es tanto lo que nos has perdonado, que mil vidas nos faltarían para amarte en la medida de tu perdón. A pesar de todo, nos acogemos a tu misericordia y esperamos que nos digas: tus pecados están perdonados, tu fe te ha salvado. Escucha, Señor, nuestras súplicas, danos el Espíritu Santo para no endurecer nuestros corazones a las constantes llamadas de tu amor y concédenos vivir en continua conversión.

Ante ti, Oh Madre de Cristo, ante tu corazón inmaculado, queremos unirnos a nuestro Redentor que se ha entregado por nosotros, para que seamos hombres y mujeres que colaboren con Él en la construcción de Reino de Dios en nuestra sociedad. Amén

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Romanos 10.17

"Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo".

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Minutos de Amor 19 de septiembre de 2007

Estamos en una sociedad donde se vive el individualismo en cierta medida y por eso “criticamos” a los demás, creyéndonos mejores que otros. No es de extrañarnos que encontremos personas que al no amarse así mismas, no dejan que otros sean felices y roban esa felicidad a costa de lo que sea. Hay personas que todo lo ven pesimista, negativo, no pueden ver mas allá de eso, porque sus corazones están “sucios” de tanta maldad y egoísmo. Cuando una sociedad vive de lo negativo no puede ser posible un progreso porque llegará a rivalidades, envidias, enfrentamientos, sangre, muerte, etc. El ser humano ha sido creado para el amor y la felicidad y no para el odio y el inconformismo.

Debemos actuar según los criterios del Evangelio, que es la principal norma de nuestra vida, es la norma de todas las normas y por eso contiene en sí sabiduría. Muchas personas dejan de actuar por el “que dirán”. Mientras actuemos como cristianos no debemos temer a los señalamientos de la sociedad, en definitiva, nosotros no debemos esperar las gratificaciones de los seres humanos sino esa maravillosa recompensa que Dios nuestro Padre nos otorgará. Quien no posee la sabiduría de Dios siempre estará en el camino del error y pensando que los malos “serán los otros”.

Quien no entra en la dinámica del Reino de Dios no puede reconocer el camino de justicia y amor que exige. Sólo quien es verdadero discípulo(a) comprenderá la sabiduría de Dios. No basta rezar muy bonito, es necesario comprender el proyecto del amor de Dios por los demás.

Oración: Señor, arranca de mi corazón la actitud crítica que siempre ve el lado oscuro de tu Iglesia sobre roca, pero construida con los frágiles adobes de hombres y mujeres pecadores. Danos la sabiduría de los discípulos para descubrir tu mano en esa maravillosa historia de la Iglesia; perdónanos por no amarla y conocerla como debiéramos y haz que cada día nos unamos más a Ti, por medio de ella. Te damos gracias porque como comunidad eclesial nos unimos en la Eucaristía para celebrar nuestra fe.

María, tú, que diste al mundo a Cristo Salvador, abre los corazones a todo sufrimiento, inspira a cada uno gestos de solidaridad y acogida hacia todos los hombres; te pedimos que nos ayudes para que nunca nos apartemos de Dios, Padre de misericordia. Amén

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Miqueas 6.8

"El Señor ya te ha dicho, oh hombre, en que consiste lo bueno y qué es lo que él espera de ti: que hagas justicia, que seas fiel y leal y que obedezcas humildemente a tu Dios".

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Minutos de Amor 9 de septiembre de 2007

Para comprender el designio de Dios debemos purificar nuestra vida de cualquier obstáculo o condicionamiento ante la fe. Entendemos por fe “la adhesión total e incondicional a Dios”. Esta actitud nos lleva a comprender mejor lo que quiere y espera de nosotros. Busquemos esos designios de Dios por medio de la oración, en ese encuentro íntimo con Él. La invitación de Jesús es a tenerle como nuestro primero y único amor, todas las demás personas, que sin duda alguna representan un amor especial, no pueden ocupar un lugar más privilegiado que Jesús. No se trata de hacer a un lado a las personas que amamos, sino de entender que la Iglesia es más que una familia consanguínea, somos todos los creyentes y mi amor de discípulo me lleva a amar a otras personas y servirles desinteresadamente. Jesús nos pide un amor universal y no particular. Muchas personas dicen seguir a Jesús pero no le dedican tiempo porque los “deberes” familiares son más importantes. ¡Qué error tan grande!. Jesús merece tiempo. Hermanos dejemos que el Señor ocupe el primer lugar en nuestra vida, para así poder iluminar el mundo que tengamos a nuestro alrededor.

Oración: Señor, nosotros queremos ser dignos de Ti, aunque para eso tengamos que cargar cada día con la cruz detrás de Ti, y ayudar a los demás a llevar la suya. Queremos que seas lo primero en nuestra vida, por encima de todo, sin que nada ni nadie impida tu primacía absoluta; eres nuestro Redentor, el único. Señor Jesucristo, que viniste al mundo para humanizar a los hombres y para revelarnos tu plan de amor y salvación universal, Tú que pasaste haciendo el bien, escucha nuestras oraciones, restaura la paz en nuestros corazones y haz que vivamos unidos en el verdadero amor. Te damos gracias porque nos dejaste la Eucaristía para que, como comunidad eclesial, partamos y compartamos el pan.

Purísima Abogada nuestra, junto al Amor misericordioso te imploramos que nos revistas de un corazón abierto a la Palabra de tu Hijo, para que la hagamos vida en nuestra vida y de esta manera colaborar en la construcción de su reino. Amén

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Hebreos 4.12-13

"Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón. Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él; todo está claramente expuesto ante aquel a quien tenemos que rendir cuentas".

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Minutos de Amor 2 de septiembre de 2007

La riqueza genera soberbia. Muchas veces pensamos que por tener éxito económico somos mejores que los demás y endurecemos nuestro corazón. “Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y así agradarás a Dios” Eclo 3,18. La comunidad de Jesús se caracteriza porque el primero es el que sirve: “Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” Lc. 14,11. El cristiano tiene que caracterizarse por la humildad y el servicio. Esto implica todo un proyecto de vida en donde dejemos a un lado aquellas actitudes egoístas y de soberbia. La comunidad que pide el Señor que construyamos es aquella donde se comparte con generosidad y se practica la sencillez. Hoy asistimos a escenas donde mientras unos tienen de sobra, otros no tienen que comer. La justicia, la humildad y la generosidad, son valores que ayudan a construir la paz.

Si somos humildes nos querrán, nos aceptarán, seremos vistos con buenos ojos. ¿Quién mira bien a una persona orgullosa o prepotente?, ¿difícilmente, verdad? Y aceptarla cuesta más. La humildad nos lleva a ser sinceros, si es verdadera humildad, es decir, si es una virtud cristiana. Hermanos, no dejemos de ser hombres y mujeres humildes que colocan su confianza en el Señor y tratan de ver en los otros todas las cualidades que tienen.

Oración: Señor, entre la humildad y el amor estableces una relación vital. Nos enseñas a estar en nuestro sitio –nosotros no somos nada más que pecado-, y a hacer el bien a tus predilectos, los más pobres, que no podrán pagarnos en esta vida. Quieres que vivamos con los pies en le suelo y el corazón en el cielo.

Santísima Virgen María, te pedimos especialmente tu intercesión por la paz de Colombia y del mundo entero; haz de nosotros hombres y mujeres constructores de paz. Amén

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Juan 12.47-48

"Pero a aquel que oye mis palabras y no las obedece, no soy yo quien lo condena; porque yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo. El que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán en el día último".

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Minutos de Amor 11 de agosto de 2007

“Escucha, Israel: El Señor, es nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas”. Este mandamiento debe verse con lupa y vamos a hacerlo, pues en él se contiene toda la ley en resumen. Inicia con una actitud de escucha, es un verbo: escuchar. El creyente debe tener oído de discípulo a la hora de escuchar a Dios. Debemos saber que Dios nos habla. Recordemos las mismas palabras de Jesús: ”Entra en tu aposento y ora a tu Padre que está en lo secreto….” Es que a Dios debemos escucharle desde el silencio interior de nuestra vida, no con el bullicio del mundo. ¿Cuántos consejos recibes en un día?, ¿cuántas palabras oyes?, ¿cuántas veces escuchas a Dios?. Por eso Dios le pide a Israel escucharlo. Este pueblo tendrá que vaciarse de todo el bullicio de su vida y tener una actitud de escucha atenta de la voz de Dios. “El Señor es nuestro Dios, es solamente uno”: siempre han existido los ídolos, seres que el mismo ser humano se fabrica para darse ciertas garantías o atribuirse fuerzas sobrenaturales que no tiene. De esta forma se desplaza a Dios y se le reduce a un “dios” inferior a los ya fabricados. ¿Qué dioses hay en mi vida que me impiden escuchar al verdadero Dios y reconocerlo como el único Dios y Señor del mundo?. “Amarás”: Dios es amor y sólo de esta manera podemos relacionarnos con Él. En una relación de amor la pareja se comprende y se crea hasta un lenguaje que sólo ellos entienden y saben interpretar. Para escuchar el lenguaje de Dios, debo reconocerlo como el único Señor de mi vida y así en esa relación de amor comprenderé sus proyectos; de lo contrario, buscaré ídolos que no podrán darme respuesta. “Con todo el corazón, con toda el alma, con toda la fuerzas”: En esa relación de amor no se puede escatimar fuerza alguna para entregarnos a Dios. No podemos amar a Dios con una sola parte de nuestro ser. Toda nuestra vida debe estar mirando hacia Él. No podemos ser tibios en nuestra relación amorosa con el Padre. Qué importante es aprender a llevar una relación seria y madura con Dios, donde comprendamos el lugar que Él ocupa y se merece y que nadie puede desplazarlo aunque nos ofrezca los mejores tesoros de la tierra. Con este mandamiento tenemos la vida eterna ganada; por algo lo mandó Dios al pueblo israelita y lo volvió a presentar Jesús en su misión como Mesías.

Oración: Señor, evidentemente, nuestra fe no es ni como el minúsculo grano de mostaza: no sólo porque no mueve montañas, sino porque no puede mover nuestra vida hacia el bien, hacia las buenas obras a favor de los necesitados. ¡Ten compasión de nosotros, ten paciencia a nuestros corazones rebeldes! Escucha, Jesús, las súplicas de tu pueblo, danos la sabiduría y haz que al alimentarnos con tu cuerpo y tu sangre, experimentemos la fuerza de tu amor.

Confiamos en tu maternal asistencia, oh Virgen María, tú, que guiaste los primeros pasos de la comunidad cristiana, sé también para nosotros apoyo y estímulo en nuestro caminar. Amén

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Proverbios 3.9-10

"Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas; así se llenarán a reventar tus graneros y tus depósitos de vino".

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Minutos de Amor 5 de agosto de 2007

El afán excesivo por acumular y poseer bienes materiales, que son necesarios, pero no podemos convertirlos en el único sentido de nuestra existencia. Al final de nuestras vidas seremos juzgados, no por los bienes que hayamos acumulado, sino en el amor. Nuestra vida tiene un sentido más trascendente, tenemos que tener la mirada en Dios, que es el único que nos da la vida eterna. Los bienes están puestos para nuestro servicio y para colaborar con aquellos más necesitados. La vida cristiana tiene que estar caracterizada por la caridad y la generosidad. Tenemos que trabajar por los bienes del cielo.

Dios en su infinita sabiduría ha querido que el ser humano sea humilde y sencillo. La vanidad, arrogancia, prepotencia, orgullo, etc., nunca nos ayudará a comprender el proyecto del amor de Dios. Qué interesante saber hoy por qué el Señor no actúa más en mi vida. La respuesta es muy fácil, porque yo soy vanidoso, soberbio, en fin. La Palabra de Dios no puede habitar en un corazón invadido por estos pecados, porque allí no germinan sus frutos. ¿Qué tan sencillo soy para escuchar la Palabra de Dios?, ¿he comprendido que todos somos hijos de Dios y Él nos habla por medio de cada persona?, ¿soy de los que cree que mi raza o cultura es superior a otras?, ¿hago alarde de mis estudios, títulos, nombramientos, cuando Jesús me pidió que fuera el servidor de todos?, ¿acepto que me equivoco con frecuencia y que otros tienen mejores razones que las mías en algunas ocasiones?.

Oración: Ven Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos a favor de los que te alaban como creador y como guía. Señor, está claro que esta vida se acaba, como se acaba el camino que lleva a la meta, que es principio de la vida sin fin. ¡Que absurdo centrar todas las ambiciones y trabajos en esta vida caduca, y olvidar que lo único importante es ser rico ante Ti!.

Oh, María, que pones en nuestras manos la corona del santo Rosario, enséñanos a rezarlo para llegar a ser, en tu escuela, auténticos contemplativos y testigos de Cristo. Amén

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Eclesiastés 3.1-8

"En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: Un momento para nacer, y un momento para morir. Un momento para plantar, y un momento para arrancar lo plantado. Un momento para matar, y un momento para curar. Un momento para destruir, y un momento para construir. Un momento para llorar, y un momento para reír. Un momento para estar de luto, y un momento para estar de fiesta. Un momento para esparcir piedras, y un momento para recogerlas. Un momento para abrazarse, y un momento para separarse. Un momento para intentar, y un momento para desistir. Un momento para guardar, y un momento para tirar. Un momento para rasgar, y un momento para coser. Un momento para callar, y un momento para hablar. Un momento para el amor, y un momento para el odio. Un momento para la guerra, y un momento para la paz".

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Minutos de Amor 4 de agosto de 2007

¡Qué maravilla!¡Dios nos da tiempo para todo!. Nuestro Dios es perfecto, su tiempo no puede tener errores y en definitiva el tiempo lo hizo Dios para nosotros, Él no necesita tiempo. Conclusión: el tiempo es un regalo de Dios, aprovéchalo. Cada día, ¿qué tiempo le reservas a Dios?, ¿cómo distribuyes tu tiempo en el trabajo, el estudio, la casa, los fines de semana, un día festivo, etc.? El tiempo es para santificar a Dios, por ejemplo, cuando pasas horas con tus amistades, hablando de cosas poco instructivas, viendo programas que no aportan mayores cosas a nuestra cultura, durmiendo más de lo necesario, en fin, ¿allí crees que santificas a Dios?, ¿verdad que no? Si empiezas a tomar conciencia que el tiempo es la misma presencia de Dios, estarás convencido que cada cosa que realices debe ser para su gloria. Revisa un poco el tiempo como presencia de Dios y puedes llevar una vida más organizada, menos estresante, incluso más saludable.

Oración: Señor, te pedimos que seamos instrumentos de paz y testigos tuyos en todo el mundo. Tú que nos congregaste en la unidad de la fe y nos invitaste a seguirte, escucha nuestras oraciones y concédenos vivir en comunión con la iglesia universal, contribuir a la extensión de tu Reino y compartir tu Cuerpo y Sangre.

María, mujer eucarística, que ofreciste tu seno virginal para la encarnación del Verbo de Dios, ayúdanos a vivir el misterio eucarístico con el espíritu del Magnificat. Amén

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Proverbios 2. 1-6

"Haz tuyas mis palabras, hijo mío; guarda en tu mente mis mandamientos. Presta oído a la sabiduría; entrega tu mente a la inteligencia. Pide con todas tus fuerzas inteligencia y buen juicio; entrégate por completo a buscarlos, cual si buscaras plata o un tesoro escondido. Entonces sabrás lo que es honrar al Señor; ¡descubrirás lo que es conocer a Dios! Pues el Señor es quien da la sabiduría; la ciencia y el conocimiento brotan de sus labios".

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Minutos de Amor 29 de julio de 2007

¿Se puede o no, pedir la intercesión de un santo? La Biblia nos dice en 1Tm 2,5 que “hay un solo mediador entre Dios y los hombres que es Cristo Jesús”. Aislando este texto de los demás, afirman algunas religiones que como hay un solo mediador, se deben rechazar las oraciones de otros cristianos, sean santos en el cielo o santificados por la gracia en la tierra. Si el texto no lo aislamos, sino que lo relacionamos con el resto de la Revelación de Dios, encontramos la enseñanza correcta; nos muestra Gén 18 como Abrahan se vale de su condición de creyente para situarse ante Dios como intercesor a favor de Sodoma y Gomorra que estaban en peligro de destrucción. En Gén 48,15 se nos muestra a Jacob intercediendo en su oración para pedir la bendición de Dios a favor de sus hijos y lo mismo hace Moisés en Núm 21,7 intercediendo por su pueblo. En Job 42,8, Dios mismo le dice a un hombre llamado Elifaz que Job orará por él y por sus amigos. En los dos libros de los Reyes (1Re 18,3-7. 2Re 2,15) se nos muestra la veneración a los santos: un hombre llamado Abdías y algunos discípulos de los profetas veneran a Elías y Eliseo y se postran ante ellos invocando su oración y bendición. Y en el Nuevo Testamento nos dice St 5,16-18 que “oremos los unos por los otros para que seamos curados, pues la oración del justo es de mucho valor ante Dios”. Y el libro del Apocalipsis, nos muestra varias veces (8,3. 5,8) que los ángeles presentan, como si fuera en copas de perfumes, las oraciones de los santos a Dios. Cuando nos encomendamos a un santo o le decimos a otro cristiano que ore por nosotros, no estamos dejando de lado a Jesucristo como único mediador ante el Padre, ni estamos reemplazando a Dios por el santo, porque sabemos que “toda dádiva y todo don perfecto, descienden del Padre de la luz”, como nos dice St 1,17.

Quien concede un favor, hace un milagro o ayuda en una necesidad es Dios Padre. Por eso toda oración, sea que yo la haga a través de un santo o que otra persona ore por mí, debe ir siempre dirigida al Padre, por medio del Hijo en el Espíritu Santo. Es lo que Jesús nos quiere enseñar en el Evangelio: cuando ustedes vayan a orar asuman dos actitudes: Primera, actúen ante Dios, con la confianza de un hijo ante el Padre. Y, segunda, no en ciertas ocasiones, sino cada vez que vayan a orar, diríjanse siempre al Padre en actitud de santificar su nombre y dispuestos a trabajar par que aquí en la tierra se establezca su Reino, luego ese Padre les dará lo que pidan.

Oración: Enséñame a orar divino Maestro de mi vida; enséñame a encontrarme contigo en todo momento y circunstancia; que mi vida entera sea una oración para Ti que pueda comunicarme contigo y sentirte cerca; que no haya secretos ni obstáculos entre nosotros. Señor Jesús, que en todo momento y lugar estás conmigo y quieres bendecidme con toda clase de cosas buenas, te pido que eleves hoy mis súplicas al Padre del cielo, en Él tengo puesta toda mi confianza y la esperanza de una vida nueva, que no nos falte, Señor, el pan de cada día y protégenos del mal.

Madre del Redentor, que estuviste junto a tu Hijo Jesús, con tu silencioso dolor al pie de la cruz, enséñanos a orar y colocar nuestra confianza en las manos de tu Hijo. Amén

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Deuteronomio 26, 16-19

En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: "El Señor, tu Dios, te manda hoy que cumplas estas leyes y decretos; guárdalos, por lo tanto, y ponlos en práctica con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz. Hoy el Señor te ha oído declarar que tú serás el pueblo de su propiedad, como él te lo ha prometido, pero sólo si guardas sus mandamientos. Por eso él te elevará en gloria, renombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho y tú serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como él te lo ha prometido".

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Minutos de Amor 27 de julio de 2007

La semilla es la Palabra de Dios que se va sembrando en el mundo por todas partes, a hombres buenos y malos, en lugares apropiados, pero también sobre las piedras, sobre las zarzas, sobre los caminos. Entender la Palabra se da por dos causas: primero, por la acción del Espíritu de Dios que habita en nosotros desde el día de nuestro bautismo y segundo, por el esfuerzo personal que hacemos de leer, de estudiar, de abrir el corazón y la mente a la escucha de la Palabra de Dios. La acción del Espíritu Santo no se da únicamente por la escucha individual de la Palabra, sino sobre todo, por la proclamación que de ella se hace a la comunidad y por la explicación y aplicación que hace la Iglesia a través de sus ministros, los sacerdotes, los obispos y el papa.

Oración: Dios de amor y de bondad, ten compasión y paciencia con nosotros, háblanos al oído y al corazón. Permítenos escucharte en cada Eucaristía y en cada oración; danos el gusto por la lectura y la práctica de tu Palabra de amor. Envía tu Espíritu que nos explique desde lo más profundo del corazón y del alma, lo que Tú, con tu amor, tienes para decirnos.

María, intercesora nuestra, nos ponemos bajo tu protección y te pedimos que nuestra presencia, nuestras palabras y nuestras acciones sean luz en la vida de nuestros hermanos. Amén

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