Minutos de Amor 19 de septiembre de 2007

Estamos en una sociedad donde se vive el individualismo en cierta medida y por eso “criticamos” a los demás, creyéndonos mejores que otros. No es de extrañarnos que encontremos personas que al no amarse así mismas, no dejan que otros sean felices y roban esa felicidad a costa de lo que sea. Hay personas que todo lo ven pesimista, negativo, no pueden ver mas allá de eso, porque sus corazones están “sucios” de tanta maldad y egoísmo. Cuando una sociedad vive de lo negativo no puede ser posible un progreso porque llegará a rivalidades, envidias, enfrentamientos, sangre, muerte, etc. El ser humano ha sido creado para el amor y la felicidad y no para el odio y el inconformismo.

Debemos actuar según los criterios del Evangelio, que es la principal norma de nuestra vida, es la norma de todas las normas y por eso contiene en sí sabiduría. Muchas personas dejan de actuar por el “que dirán”. Mientras actuemos como cristianos no debemos temer a los señalamientos de la sociedad, en definitiva, nosotros no debemos esperar las gratificaciones de los seres humanos sino esa maravillosa recompensa que Dios nuestro Padre nos otorgará. Quien no posee la sabiduría de Dios siempre estará en el camino del error y pensando que los malos “serán los otros”.

Quien no entra en la dinámica del Reino de Dios no puede reconocer el camino de justicia y amor que exige. Sólo quien es verdadero discípulo(a) comprenderá la sabiduría de Dios. No basta rezar muy bonito, es necesario comprender el proyecto del amor de Dios por los demás.

Oración: Señor, arranca de mi corazón la actitud crítica que siempre ve el lado oscuro de tu Iglesia sobre roca, pero construida con los frágiles adobes de hombres y mujeres pecadores. Danos la sabiduría de los discípulos para descubrir tu mano en esa maravillosa historia de la Iglesia; perdónanos por no amarla y conocerla como debiéramos y haz que cada día nos unamos más a Ti, por medio de ella. Te damos gracias porque como comunidad eclesial nos unimos en la Eucaristía para celebrar nuestra fe.

María, tú, que diste al mundo a Cristo Salvador, abre los corazones a todo sufrimiento, inspira a cada uno gestos de solidaridad y acogida hacia todos los hombres; te pedimos que nos ayudes para que nunca nos apartemos de Dios, Padre de misericordia. Amén