Eclesiastés 3.1-8

"En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: Un momento para nacer, y un momento para morir. Un momento para plantar, y un momento para arrancar lo plantado. Un momento para matar, y un momento para curar. Un momento para destruir, y un momento para construir. Un momento para llorar, y un momento para reír. Un momento para estar de luto, y un momento para estar de fiesta. Un momento para esparcir piedras, y un momento para recogerlas. Un momento para abrazarse, y un momento para separarse. Un momento para intentar, y un momento para desistir. Un momento para guardar, y un momento para tirar. Un momento para rasgar, y un momento para coser. Un momento para callar, y un momento para hablar. Un momento para el amor, y un momento para el odio. Un momento para la guerra, y un momento para la paz".

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Minutos de Amor 4 de agosto de 2007

¡Qué maravilla!¡Dios nos da tiempo para todo!. Nuestro Dios es perfecto, su tiempo no puede tener errores y en definitiva el tiempo lo hizo Dios para nosotros, Él no necesita tiempo. Conclusión: el tiempo es un regalo de Dios, aprovéchalo. Cada día, ¿qué tiempo le reservas a Dios?, ¿cómo distribuyes tu tiempo en el trabajo, el estudio, la casa, los fines de semana, un día festivo, etc.? El tiempo es para santificar a Dios, por ejemplo, cuando pasas horas con tus amistades, hablando de cosas poco instructivas, viendo programas que no aportan mayores cosas a nuestra cultura, durmiendo más de lo necesario, en fin, ¿allí crees que santificas a Dios?, ¿verdad que no? Si empiezas a tomar conciencia que el tiempo es la misma presencia de Dios, estarás convencido que cada cosa que realices debe ser para su gloria. Revisa un poco el tiempo como presencia de Dios y puedes llevar una vida más organizada, menos estresante, incluso más saludable.

Oración: Señor, te pedimos que seamos instrumentos de paz y testigos tuyos en todo el mundo. Tú que nos congregaste en la unidad de la fe y nos invitaste a seguirte, escucha nuestras oraciones y concédenos vivir en comunión con la iglesia universal, contribuir a la extensión de tu Reino y compartir tu Cuerpo y Sangre.

María, mujer eucarística, que ofreciste tu seno virginal para la encarnación del Verbo de Dios, ayúdanos a vivir el misterio eucarístico con el espíritu del Magnificat. Amén

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