Minutos de Amor 12 de mayo de 2007


En el pensar común de muchos cristianos existe la idea de que si nosotros estamos con Dios y Dios con nosotros, nada malo nos puede pasar. De hecho, cuando las cosas no nos van bien, cuando la vida parece que no nos sonríe y no terminamos de salir de algún problema, disgusto o infortunio, cuando nos toca sufrir, cuando nos aparece alguna de esas realidades en nuestro acontecer habitual, nos ponemos ante Dios y le hacemos esa petición para que nos libere de dichas situaciones, o para que pasen cuanto antes. Si no es así, comenzamos a dudar de si Dios nos escucha, si es que no nos quiere dar lo que le pedimos o, peor todavía, pensamos que Dios en realidad no existe porque si es tan bueno no puede permitir que yo sufra.

Quizá, estos argumentos pueden llegar a nosotros porque o no hemos escuchado atentamente el Evangelio, o porque nos duele tener que escuchar algunas cosas de Él. El señor nos advierte que Él fue perseguido, y que de la misma manera, nosotros hemos de estar preparados y dispuestos a que así sea. Nosotros seguimos a Jesús que, entre todos los demás aspectos de su vida, también fue perseguido, odiado y finalmente ejecutado, clavado en la cruz. Más que decirle que nos aparte las dificultades, hemos de pedirle que nos enseñe a vivirlas como Él las vivió.

Oración: Padre, nosotros tus hijos, nos hacemos muchas preguntas desde nuestra fe, y algunas de ellas nos quedan sin respuesta, incluso nos dejan desconcertados porque no llegamos a entender. Nos vienen algunos momentos de la vida que son demasiados duros de sobrellevar. Pero hoy nos dirigimos a Ti, unidos a tu Hijo crucificado, porque viendo su rostro en lo alto de la cruz, nos estás dando la capacidad de poder entender el dolor en nuestra vida. Ante ese rostro nos postramos llenos de agradecimiento y te pedimos, que sepamos sobrellevar los momentos malos que nos toca pasar, unidos a Aquel que supo dar sentido a su martirio y muerte. Que descubramos el valor redentor de lo que nos hace sufrir.

Tú, María Madre nuestra, también supiste dar el valor adecuado a tus dolores y sufrimientos, modelo para nosotros e intercesora fiel de quienes nos acercamos a Ti. Ayúdanos a unirnos más a tu Hijo. Amén