Minutos de Amor 21 de octubre de 2007

La oración, como manifestación de la verdadera vida espiritual, es una expresión de lucha interior. Es una dinámica interna, donde nosotros tenemos que vencernos a nosotros mismos y vencer al espíritu del mal. La oración, en definitiva, toma perfiles de batalla. Hay que realizar acciones humanas, como lo es enfrentar en la lucha al enemigo, pero esas acciones humanas toman una nueva dimensión al pedir la bendición del Señor, quien nos permite alcanzar la victoria. Esto quiere decir que ponemos de nuestra parte, entramos en la batalla, pero al final reconocemos que es Dios el que nos ha permitido disfrutar de la victoria. Cada uno puede ponerle nombre a su batalla. La lucha diaria por la supervivencia en la experiencia del trabajo, la lucha por adquirir los conocimientos necesarios para adecuarse al mundo actual, la lucha contra la enfermedad, la lucha contra los problemas de relación conyugal. Pero las luchas se gestan desde la perspectiva espiritual donde reconocemos que el Espíritu del mal quiere engañarnos, apartarnos del amor de Dios, hacernos salir del camino que lleva la salvación.

En medio de tantas doctrinas, que aparecen diariamente en el mundo, podemos reconocer que mantenerse firmes en las convicciones personales, se traduce en una lucha constante donde hay que optar entre la desconfianza y la fe. Jesús nos invita a mantenernos en la contienda de la oración, a pesar de que a veces nosotros pensemos erróneamente que no somos escuchados en la plegaria.

Oración: Señor Jesús, misionero por excelencia, muchas personas te buscan en diversos lugares, y no te encuentran… se olvidan de que en realidad, estás en medio de los necesitados y los que sufren injustamente, de los que padecen hambre, frío, sed, dolor, desempleo… Haz que en nuestras oraciones nunca nos olvidemos de estos hermanos, para que puedan encontrarte donde realmente estás, en la lucha por una sociedad más justa y fraterna y así nuestra alegría sea plena. Llévanos, Señor, de tu mano a la Eucaristía.

María, Estrella de la evangelización, hoy día queremos entregarte de manera especial a todos nuestros hermanos sacerdotes, misioneros, religiosos, y laicos comprometidos en esta misión. Concédeles por tu intercesión, crecer en el conocimiento de tu Hijo y vivir siempre según el Evangelio del amor. Amén