"Por eso supliqué a Dios, y me concedió prudencia; le pedí espíritu de sabiduría, y me lo dio. La preferí a los cetros y los tronos; en comparación con ella, tuve en nada la riqueza. Ninguna piedra preciosa me pareció igual a ella, pues frente a ella todo el oro es como un puñado de arena, y la plata vale tanto como el barro. La amé más que a la salud y a la belleza; la preferí a la luz del día, porque su brillo no se apaga. Con ella vinieron a la vez todos los bienes, pues me trajo incalculables riquezas".
Minutos de Amor 17 de julio de 2007
Dios nos da siempre lo que nos conviene. Él es amoroso y generoso, pero no hace nuestra voluntad sino la suya. Él no está para obedecer al hombre, ni se puede tratar de manipular. Él se encarga de que nada nos falte y que seamos capaces de alcanzar nuestra plena realización, teniendo en cuenta siempre nuestra libertad. Sin embargo, muchos a pesar de que han recibido de Dios tantas bendiciones y han experimentado en su vida la acción misericordiosa de su infinita bondad, no se convierten, quieren que Dios los ayude y los proteja, les dé lo que le piden, pero sin dejar de pecar. Jesús nos llama continuamente a la conversión y ésta tampoco se da de una sola vez y mucho menos en una sola ocasión. Es una actitud constante y permanente en nuestro diario vivir que nos permite ser agradables a sus ojos. Revisa tu vida y transfórmala de acuerdo con la voluntad de Dios, configurará con el Evangelio de Jesús y déjalo actuar en tu vida. Recibirás grandes bendiciones y te dará prosperidad.
Oración: Señor, perdona si no me he dado cuenta de que Tú has estado siempre conmigo y has escuchado mi oración; perdona si no he sido agradecido y no siempre he reconocido la maravilla de tu acción en mi vida; perdona si no me he convertido como debiera y sigo siendo el mismo, aún después de haber experimentado tu acción en mí. Te amo y te ofrezco como compromiso de fe, mi mejor esfuerzo para cambiar, para dar lo mejor de mí.
María, madre de la Iglesia y madre nuestra, intercede ante Dios por todos los pueblos de la tierra y abre nuestros corazones al amor de los hombres sin distinción ni exclusión. Amén