Minutos de Amor 19 de mayo de 2007

“Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre; pidan y recibirán, para que su alegría sea completa”. ¡Dios mío, cuántas veces pedimos a Dios! ¿Y cuántas de ellas lo hacemos en nombre de Jesús? Nos quejamos, no pocas veces, de que Dios no se acuerda de nosotros en nuestras necesidades, porque sentimos que no se cumple aquello que nosotros queremos que se cumpla. Cuidado, porque de este modo podemos caer en la tentación de querer hacer a Dios a nuestra imagen cuando en realidad es todo lo contrario: nosotros somos imagen de Dios. Pedir en el nombre de Jesús es, entre otras cosas, saber pedir como Él pidió estando en la tierra. El momento clave, para saber pedir, es su oración de petición en Getsemaní, metido entre olivos, angustiado por lo que se le venía encima y solicitando al Padre que si fuera posible apartara aquel trago amargo de su vida, pero que lo que Él deseaba, con todas sus ansias, era cumplir el deseo de Aquel a quien dirigía su oración.

En esa misma oración tuvo que comprender que el deseo del Padre no era su sufrimiento, pero sí la salvación de todos los hombres, que tendría lugar en su persona a través de un camino lleno de dolores. Y, después de esa oración, es cuando decididamente afronta algo que le producía un tremendo desgarro. Y a lo largo de su vida, ¿cuántas veces pidió para sí mismo? Las peticiones al Padre siempre son para los demás y cuando le pide que le glorifique es precisamente para que todos nosotros seamos salvados. ¿Qué será entonces pedir en nombre del Señor? Será pedir con sus mismos sentimientos y con sus mismas actitudes. Miremos cómo está nuestra vida porque es posible que “hasta ahora no hayamos pedido en su nombre” y tengamos que hacerlo a partir de ahora para saber a ciencia cierta, que si así lo hacemos, tenemos la garantía de que recibiremos lo que hemos solicitado.

Oración: Padre, venimos a pedirte como tantas otras veces. Pero en esta ocasión no queremos que sea como otras, deseamos pedir en nombre de tu Hijo Jesucristo.

María, ¿tú que pedías y cómo lo hacías cuando estabas en este mundo? Sabemos que en todo quisiste hacer la voluntad del Padre y también que no siempre te fue fácil llevarlo adelante. Hoy, más que pedir, ponemos nuestra vida al cobijo de tu manto para que nos presentes ante tu Amado Hijo. Amén