“En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor; yo he vencido al mundo. Les he dicho esto para que gracias a mí tengan paz”. Estas palabras las dice Jesús a sus discípulos. Todo es fácil cuando las cosas van bien, cuando hay bienestar y calma, cuando no hay contratiempos ni dificultades. Pero no todo será así en la vida, llegarán los malos momentos que son inevitables y forman parte constitutiva de nuestro existir. Ahí es cuando va a tambalear todo y va a flaquear la fe. Ahí es precisamente donde está el peligro de que nuestra fe quede sin pilares y se pueda desmoronar sin contemplaciones.
Nosotros profesamos la fe en Jesús Resucitado, pero también nos puede decir el Señor: “Miren, llega la hora en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo”. Esa hora llega porque es la hora de pasarlo mal, porque es la hora del llanto y del sinsabor, porque es la hora de las experiencias negativas de nuestra vida, cuando llegamos a pensar si tiene sentido seguir viviendo así. Ahí es donde, Jesús, nos dice que ha llegado esa hora y tenemos el peligro de desistir en nuestra fe. Pero Él, una vez más, advierte que hemos de contar con ello. En el mundo gozamos, pero también tenemos que sufrir, y justamente en esos momentos son en los que el Señor nos dice que tengamos valor, porque Él ha vencido al mundo. Nos está pidiendo que confiemos más en Él, para poder vencer todo lo que se nos viene encima. ¿Se puede vivir todo eso en paz? Sí, gracias a Él.
Oración: Padre Misericordioso, te pedimos, no tanto que alejes el sufrimiento de nuestra vida, sino que sepamos vivirlo desde Jesús y como Jesús nos muestra en el Evangelio.
María, nuestra Madre e intercesora, tú que conoces el sufrimiento en carne propia, enséñanos a vivir en la paz de tu Hijo los momentos difíciles de nuestro existir. Amén
Nosotros profesamos la fe en Jesús Resucitado, pero también nos puede decir el Señor: “Miren, llega la hora en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo”. Esa hora llega porque es la hora de pasarlo mal, porque es la hora del llanto y del sinsabor, porque es la hora de las experiencias negativas de nuestra vida, cuando llegamos a pensar si tiene sentido seguir viviendo así. Ahí es donde, Jesús, nos dice que ha llegado esa hora y tenemos el peligro de desistir en nuestra fe. Pero Él, una vez más, advierte que hemos de contar con ello. En el mundo gozamos, pero también tenemos que sufrir, y justamente en esos momentos son en los que el Señor nos dice que tengamos valor, porque Él ha vencido al mundo. Nos está pidiendo que confiemos más en Él, para poder vencer todo lo que se nos viene encima. ¿Se puede vivir todo eso en paz? Sí, gracias a Él.
Oración: Padre Misericordioso, te pedimos, no tanto que alejes el sufrimiento de nuestra vida, sino que sepamos vivirlo desde Jesús y como Jesús nos muestra en el Evangelio.
María, nuestra Madre e intercesora, tú que conoces el sufrimiento en carne propia, enséñanos a vivir en la paz de tu Hijo los momentos difíciles de nuestro existir. Amén