Jesús es un Maestro particular, diferente a los demás, porque la costumbre era acercarse a Él y pedirle que le permitiera ser su discípulo. En cambio, en el caso de Jesús, era Él quien escogía a los suyos, los llamaba y les pedía que lo dejaran todo para seguirle. Este misterio del hombre que se siente fascinado por Dios y que decide dejar todo, cambiar el ritmo de su vida e iniciar una vida nueva con Cristo, recibe por nombre: “vocación”. Es un llamado muy fuerte que se siente en el interior de la persona, primero como un suave susurro y luego como un grito ensordecedor, hasta que se tiene la necesidad de responder.
Si tu eres un pecador(a) en el sentido que haces algo no puntual, sino permanente que es desagradable a los ojos de Dios, debes escuchar de nuevo las palabras de Jesús: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”. Déjate sanar por Jesús, Él te ama, te quiere dar una vida nueva, quiere ayudarte a dejar ese pecado con su cariño y amistad y hacer que puedas ser su discípulo(a). Hermano, conviértete y cree en el Evangelio.
Oración: Señor Jesús, Tú conoces mis culpas y pecados. Tú sabes que mi vida ha tenido distintos traspiés y que en momentos me he apartado de Ti; sabes que no siempre te he sido fiel y que cuando a través de la Iglesia, mi familia, mis amigos, en el colegio, la universidad o el trabajo, me han hablado de Ti en ocasiones no he escuchado. Tú sabes, Señor, quién soy, cómo soy, sin embargo, has decidido amarme y has puesto tu mirada en mí. Quiero ser tu puerta a pecadores como yo, quiero llegar a ser tu apóstol en medio de los que tienen frío su corazón y que están lejos de Ti, como tal vez yo mismo(a) ahora. Me pongo en tus manos y te pido, Señor, que me ayudes con tu amor y bondad a enamorarme cada vez más de Ti y a seguirte decidido, dejando atrás en mi vida, todo aquello que me retiene y me ata a mi pasado.
Virgen María, madre de misericordia, renueva en nosotros la vocación de testigo y apóstoles del Evangelio que hemos recibido en el Bautismo y la confirmación. Amén
Si tu eres un pecador(a) en el sentido que haces algo no puntual, sino permanente que es desagradable a los ojos de Dios, debes escuchar de nuevo las palabras de Jesús: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”. Déjate sanar por Jesús, Él te ama, te quiere dar una vida nueva, quiere ayudarte a dejar ese pecado con su cariño y amistad y hacer que puedas ser su discípulo(a). Hermano, conviértete y cree en el Evangelio.
Oración: Señor Jesús, Tú conoces mis culpas y pecados. Tú sabes que mi vida ha tenido distintos traspiés y que en momentos me he apartado de Ti; sabes que no siempre te he sido fiel y que cuando a través de la Iglesia, mi familia, mis amigos, en el colegio, la universidad o el trabajo, me han hablado de Ti en ocasiones no he escuchado. Tú sabes, Señor, quién soy, cómo soy, sin embargo, has decidido amarme y has puesto tu mirada en mí. Quiero ser tu puerta a pecadores como yo, quiero llegar a ser tu apóstol en medio de los que tienen frío su corazón y que están lejos de Ti, como tal vez yo mismo(a) ahora. Me pongo en tus manos y te pido, Señor, que me ayudes con tu amor y bondad a enamorarme cada vez más de Ti y a seguirte decidido, dejando atrás en mi vida, todo aquello que me retiene y me ata a mi pasado.
Virgen María, madre de misericordia, renueva en nosotros la vocación de testigo y apóstoles del Evangelio que hemos recibido en el Bautismo y la confirmación. Amén