La riqueza genera soberbia. Muchas veces pensamos que por tener éxito económico somos mejores que los demás y endurecemos nuestro corazón. “Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y así agradarás a Dios” Eclo 3,18. La comunidad de Jesús se caracteriza porque el primero es el que sirve: “Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” Lc. 14,11. El cristiano tiene que caracterizarse por la humildad y el servicio. Esto implica todo un proyecto de vida en donde dejemos a un lado aquellas actitudes egoístas y de soberbia. La comunidad que pide el Señor que construyamos es aquella donde se comparte con generosidad y se practica la sencillez. Hoy asistimos a escenas donde mientras unos tienen de sobra, otros no tienen que comer. La justicia, la humildad y la generosidad, son valores que ayudan a construir la paz.
Si somos humildes nos querrán, nos aceptarán, seremos vistos con buenos ojos. ¿Quién mira bien a una persona orgullosa o prepotente?, ¿difícilmente, verdad? Y aceptarla cuesta más. La humildad nos lleva a ser sinceros, si es verdadera humildad, es decir, si es una virtud cristiana. Hermanos, no dejemos de ser hombres y mujeres humildes que colocan su confianza en el Señor y tratan de ver en los otros todas las cualidades que tienen.
Oración: Señor, entre la humildad y el amor estableces una relación vital. Nos enseñas a estar en nuestro sitio –nosotros no somos nada más que pecado-, y a hacer el bien a tus predilectos, los más pobres, que no podrán pagarnos en esta vida. Quieres que vivamos con los pies en le suelo y el corazón en el cielo.
Santísima Virgen María, te pedimos especialmente tu intercesión por la paz de Colombia y del mundo entero; haz de nosotros hombres y mujeres constructores de paz. Amén
Minutos de Amor 2 de septiembre de 2007
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