Dios conoce el pensamiento de su pueblo, según el cual nadie será llamado a cuentas por sus malas acciones. La arrogancia de la comunidad tiene como fundamento la falsa convicción de la impunidad de su pecado. Dios declara la inminencia de un día en que habrá compasión para quienes han permanecido fieles a su amor, y corrección para quienes hicieron el mal. Somos nosotros ese pueblo, y por eso algunos se dedican simplemente a las ocupaciones diarias en el trabajo o en el estudio y otros, lamentablemente, se dedican a hacer el mal. Por eso es importante que Dios por medio de su Palabra nos recuerde sobre la existencia de la justicia divina, donde no sólo serán confrontados quienes optaron por el mal, sino lo más importante es que existirá una retribución para quienes han procurado el bien. Sin embargo, es bueno recordar que el día del juicio de Dios, las obras de todos los seres humanos se harán manifiestas.
El sentido de la oración de petición, donde la insistencia y perseverancia en la oración trae consigo el ser escuchados y atendidos por Dios. Nosotros que, a pesar de nuestra maldad, damos cosas buenas a los hijos, nos congratulamos al saber que nuestro Padre del cielo nos regalará el mejor don que podemos recibir si lo pedimos y esperamos, y que es la presencia del Espíritu Santo. Cada uno podría hacer inventario de todo lo que le pide al Señor, puede ser salud, prosperidad, armonía en las relaciones y demás. Hay que pedir incesantemente es el don del Espíritu Santo, que nos trae la presencia de Dios a la propia vida.
Una de las características que debe tener nuestra fe y de paso la oración, es un corazón agradecido. Muchas veces reducimos nuestro diálogo con Dios a una serie de interminables peticiones y olvidamos dar gracias al Señor por todo lo que nos prodiga diariamente.
Oración: Jesús, Dios nuestro, te damos gracias por haberte quedado cerca de nosotros en la Eucaristía; gracias por todas las bendiciones que nos das. Señor, somos tus discípulos y hoy nos pides que insistamos en la oración, danos la gracia de ser perseverantes y fieles. Te entregamos nuestras vidas, ven y fortalécelas. Haz que al hablar de Ti, nuestras palabras den fruto y muchos hermanos crean en Ti, te amen y te sigan.
María, Madre de la divina gracia, ayúdanos a ser ejemplo tuyo, tú siempre te dejaste guiar por el Señor, orabas y te fortalecías en su amor; haz que sepamos elegir el buen camino como lo hiciste tú. Amén
Minutos de Amor 11 de octubre de 2007
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