“No te presentes a Dios con las manos vacías. Honra al Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas. Da al Altísimo como Él te dio: generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará siete veces más”. La generosidad que pide Jesús es la de nuestras propias vidas. No es lo mismo “dar” que “darse”. Es cierto que Jesús no pide a todos que dejen casa, hermanos, padres, hijos o campos por su causa, pero lo que sí pide a todos, es que seamos generosos en la entrega de nuestra propia vida para seguir sus pasos, que son las exigencias del Evangelio.
Cuando uno se entrega a sí mismo es cuando puede entregar y compartir sus bienes, de otra manera es prácticamente imposible. A todo ello responderá nuestro Dios, ofreciéndonos en este mundo, cien veces más de lo que nosotros damos y, en el futuro, la vida eterna. Él, es en quien lo hemos encontrado todo y la razón de nuestro actuar se da en Jesús Resucitado. Hermanos, podemos dar cosas sin darnos a nosotros mismos y eso sucede cuando damos de lo que nos sobra. No es éste el sentido de la vida de Jesucristo, quien nos muestra el camino para sabernos dar personalmente, enseñándonos que podemos compartir aunque no tengamos nada material que dar.
Oración: Padre, bendito seas por el don de tu Hijo a nosotros. En Él, hemos comprendido lo que significa la generosidad sin reservas y la gratitud en su estado puro. Él, en su vida pública no tuvo posesiones y, sin embargo, es quien más ha dado a la humanidad porque se ha dado a sí mismo y se sigue dando a nosotros. Nos ha dicho que así es tu amor hacía todos tus hijos.
María, la mujer del “sí” a la hora de ofrecer tu vida entera, ya ves cómo estamos y cómo nos sentimos. A Ti seguimos encomendándonos para lograr nuestro propósito. Amén
Minutos de Amor 29 de mayo de 2007
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