Yo soy el buen pastor. El
buen pastor da su vida por las ovejas; pero el que trabaja solamente por la
paga, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y
porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en
todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es la paga, y
no las ovejas. Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mí y yo
conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este
redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me obedecerán, y formarán un solo
rebaño, con un solo pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla
a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad.
Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi
Padre.
SOMOS PASTORES TAMBIÉN NOSOTROS
La fiesta de Jesús buen Pastor adquiere importancia
especial hoy cuando la persona corre el riesgo de perder su propia identidad y
vivir desconcertada ante tantas voces y presiones.
Jesús es
el único y auténtico pastor que nos orienta, que da sentido a nuestra
existencia. Está dispuesto a dar la vida por sus ovejas en el momento del
peligro. Él las conoce y es conocido por ellas. Crea comunión de vida, relación
personal activa, amorosa. Les da el alimento, lleva en sus brazos a las
enfermas y las protege. Las defiende cuando ve venir el lobo. No huye como el
asalariado a quien sólo le interesa la paga.
Pastor es nuestro obispo, nuestro párroco. Ellos
son ejemplos de virtudes, dispensadores de los misterios de Dios, animadores de
las asambleas que presiden, profetas que anuncian el bien y denuncian el mal
con coraje; son servidores y signo de unidad, solidarios con los pobres y los
que sufren. Tienen la misión de predicar el Evangelio, apacentar a los fieles y
celebrar el culto divino (LG 28). Con ellos debemos estar siempre agradecidos.
Ellos
están cerca en los momentos hermosos y también en las dificultades. Nos
celebran la santa misa, nos orientan y asesoran cuando tenemos problemas en
nuestra familia, son el puente entre Dios y nosotros, nos reconcilian, nos
reaniman y acompañan cuando damos el último adiós a nuestros seres queridos.
Pastores también son los padres de familia que
quieren lo mejor para sus hijos, los orientan y, para ser creíbles, les dan
ejemplo de vida. Lo son también quienes tienen bajo su responsabilidad grupos
de personas a quienes tratan con amabilidad y justicia.
Hoy se constata escasez de vocaciones religiosas y
sacerdotales. Elevemos con fe nuestra oración al Dueño de la mies para que
envíe a la Iglesia muchas y santas vocaciones. J.M.
Tomado de: SEMANARIO LITÚRGICO CATEQUÉTICO, abril 26 del año 2015
Etiquetas:
Amor,
Dios es amor,
Dios Trino,
Evangelio,
Jesús,
Jesús buen Pastor
Suscribirse a:
Entradas (Atom)