El desprendimiento de las cosas materiales, la
austeridad y el amor son condición indispensable para la misión: ni pan, ni
alforja, ni dinero, ni dos túnicas, nada para el camino, excepto un bastón y
sandalias. Pero eso sí, con poder para expulsar espíritus malignos. El enviado, debe ser capaz de prescindir de
todo, incluso del dinero, pues éste puede esclavizarlo. Debe tener su corazón y
su confianza puestos sólo en Dios, y en la comunidad donde se siente acogido.
Se trata de un desprendimiento que confiere libertad y genera credibilidad.
Para ser libres es una ventaja "ir ligeros de equipaje".
Jesús los envía de dos en dos, de modo que tenga
validez jurídica su testimonio y se puedan también ayudar mutuamente. La misión cristiana tiene como objetivo
luchar contra las fuerzas del mal, generar conversión y cambio de vida, sanación
integral y salvación.
El enviado no debe desmotivarse si encuentra
actitudes de rechazo o indiferencia. Debe romper con cuantos no reciban el
mensaje y procurar buscar lugares donde haya enfermos que sanar y gente para
evangelizar.
El apego a las cosas materiales y especialmente al
dinero puede minar la vocación y producir esclavitud y distracción. El desprendimiento radical, el uso de los
medios de comunicación y el amor a la misión, son factores indispensables para
evangelizar en esta sociedad de opulencia y despilfarro.
Así podremos ser enviados auténticos y eficaces de
Jesús; alejaremos de nosotros el maligno, curaremos enfermos del alma y del
cuerpo. Recordemos que somos los continuadores de la presencia de Cristo en el
mundo. J.M.
Tomado de: SEMANARIO LITÚRGICO CATEQUÉTICO, julio 12 del año 2015