Llamó a los doce discípulos,
y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus
impuros. Les ordenó que no llevaran nada
para el camino, sino solamente un bastón. No debían llevar pan ni provisiones
ni dinero. Podían ponerse sandalias,
pero no llevar ropa de repuesto. Les
dijo: Cuando entren ustedes en una casa, quédense allí hasta que se vayan del
lugar. Y si en algún lugar no los
reciben ni los quieren oír, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies,
para que les sirva a ellos de advertencia. Entonces salieron los discípulos a decirle a
la gente que se volviera a Dios. También
expulsaron muchos demonios, y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.