LIBERARNOS DE LO INÚTIL

Quien trabaja en un viñedo sabe cuánto cuidado y atención se necesitan para hacerla productiva. La comparación de Jesús (la vid y los sarmientos) indica su cuidadoso esmero por dar vida y energía constante a sus discípulos.
Todos estamos llamados a dar frutos y a hacer producir los talentos y capacidades que Dios nos dio. Un discípulo no puede encerrarse en sí mismo ni desperdiciar sus dones y cualidades. Los frutos son expresión de vida y alternativa en un mundo opresor y alienante. Dar frutos de vida, entusiasmo, fe y alegría es lo que da sentido a nuestra vida evitando que ésta quede estéril. Cortar las ramas inútiles y podar las que dan fruto son tareas necesarias para alcanzar una buena cosecha. Nosotros vivimos, crecemos y damos fruto cuando hay comunicación continua con Jesús.
No podemos vivir una fe verdadera sin contacto con la Vid, con Jesús. Descubrimos la belleza y la autenticidad de la fe cuando vivimos en continua relación con Dios, quien nos comunica siempre vida nueva.
Pero es necesaria la limpieza, es decir, la eliminación de lo inútil, de lo que nos sobra, de lo que nos hace daño y nos esclaviza. Jesús corta los brotes de soberbia, egoísmo, codicia e indiferencia que nos impiden dar fruto. Y para ello se sirve de la comunidad, de los amigos, de los pobres y también de quienes nos critican. El Señor nos quiere disponibles, serviciales, libres, ligeros de equipaje.
La poda es necesaria para el crecimiento y madurez de las personas, grupos y comunidades. Nos libra del egoísmo, la pereza, el orgullo, los vicios, la discriminación. La poda es el secreto de éxito de quienes triunfan en su vida espiritual y apostólica gracias a la continua comunicación de amor con Dios y con los hermanos. J.M.

Tomado de: SEMANARIO LITÚRGICO CATEQUÉTICO, mayo 3 del año 2015