Así pues, los once
discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. Y cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque
algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos
y les dijo: Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las
naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles
a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con
ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.