La expresión "Cuerpo y Sangre de Cristo" se refiere a la Eucaristía, sacramento del cuerpo y
sangre del Señor, presente bajo los signos sacramentales del pan y del vino.
Pero "cuerpo y sangre de Cristo"
es también la Iglesia, comunidad de
fieles que creen en Jesucristo.
Jesús
cumplió su promesa al decirnos: "El
pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Mi carne es verdadera
comida y mi sangre verdadera bebida". Jesús se convierte en nuestro
alimento para darnos ánimo y nuevas fuerzas.
El pan
eucarístico es el nuevo maná del nuevo pueblo de Dios que camina por el
desierto de nuestra vida. Es el pan que compartimos en
la mesa del Señor y que une a todos los cristianos en el cuerpo de Cristo. El
pan es uno y aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo porque comemos del
mismo pan. La Eucaristía está pidiendo siempre la unión, el amor fraterno, la
solidaridad y la unidad del grupo. Es imposible celebrar dignamente la Eucaristía
sin comunidad de amor.
Corremos el riesgo de que algunas eucaristías
queden en el solo cumplimiento de un rito y no en celebrar y manifestar nuestra
fe, en dar gracias al Señor, alabar su gloria, escuchar y meditar la Palabra,
compartir el pan y vivir como amigos que se encuentran y se comunican. Si somos
hermanos que se reúnen en familia no podemos aceptar el anonimato. Dios quiere
habitar entre nosotros, sus hijos. Hagámosle sitio en nuestras familias, comunidades
y parroquias, abiertas a la comunicación del amor y a la solidaridad con los
necesitados.
Alimentémonos de Cristo y de su Palabra, de
ese pan que nos sacia en la Eucaristía y sepamos ser pan para nuestros
hermanos. Hay un alimento que nadie rechaza y que todos podemos dar que es el
pan del amor. J. M.
El que come
mi carne y bebe mí sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
día.