El encuentro final de Jesús con sus discípulos
tiene lugar en Galilea. Allí ellos reciben la misión de "hacer
discípulos" a muchos hombres y mujeres. Es la invitación a comunicar a
otros la buena noticia de la salvación desde la certeza de que el Resucitado
sigue presente entre nosotros.
Glorificado por su sacrificio, Jesús nos abre
el camino hacia el Padre y nos precede en la vida eterna. Al acceder a la gloria, glorifica también
nuestra naturaleza humana. Ahora es el Hombre nuevo y el signo que testimonia
el destino de nuestra humanidad.
Ascensión significa ascender, progresar en todo, superarnos y mirar hacia lo
alto, allí donde nos espera un futuro hermoso, más allá de las estrellas. La
Ascensión es una ocasión para comprender la importancia de la paciencia, para
poder resistir activamente a las adversidades con espíritu firme ante el
desgaste de los años. Para cada persona Dios tiene un rayo nuevo de luz y un
camino lleno de esperanza.
La promesa que trae Jesús: "Dios con nosotros", es ya
una realidad permanente, y se hace realidad en la construcción del Reino en
medio de la gente pisoteada y marginada por los sistemas opresores. El mensaje
de salvación comienza con el anuncio de la buena noticia de la liberación y la
práctica de la justicia, y se concretiza en la promesa: "Yo estoy con ustedes cada día hasta el fin del mundo".
"Él
está con nosotros", animándonos y ayudándonos en
la tarea de anunciar a todos la buena noticia de su amor y su salvación, pues
somos la continuación de su presencia.
Él sigue presente en nuestra vida con su paz, su espíritu, su palabra y los
sacramentos. Mientras esperamos su venida gloriosa respondemos a su invitación
diciendo: ¡Tuyo es el reino, el poder y
la gloria por siempre, Señor! J.
M.
Vayan y
hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándoles en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...
Tomado
de: SEMANARIO LITÚRGICO CATEQUÉTICO, junio 01 del año 2014